• INICIO
  • QUIÉN SOY
    • ESTO ME PASO A MI
    • MI CV
  • QUÉ HAGO Y COMO LO HAGO
    • MIS PILARES
    • EXPATRIADOS
    • OTRAS ACTIVIDADES
  • TALLERES
    • TESTIMONIOS CURSOS
  • TESTIMONIOS
  • BLOG
  • RECOS DE MARIA
  • CONTACTO

ESTO ME PASO A MI

A raíz de una propuesta laboral, que mi marido tuvo en la empresa francesa en la que trabajaba, partimos a vivir a París en el año 2004, regresando a Argentina en el 2010.

Ezeiza, 17 de Julio de 2004.
Acabamos de llegar al aeropuerto con nuestras ocho valijas y los seis carry on. Cada uno con el suyo. En el hall de entrada nos esperan algunos familiares y varias de mis amigas.

Yo tengo mis pensamientos puestos en los papeles que tenemos que presentar. Los reviso mil veces sin darme cuenta que ya lo acabo de chequear y todo está bien. No puedo despegarme de una sensación de vacío que me abraza y me lleva a controlar que no nos falte nada.

Llega nuestro turno y me siento como si fuera la primera vez que tomo un avión. Todo es nuevo, raro, distinto. Pero…ya he tomado miles de aviones en mi vida. No sé, pero esta vez es diferente. Diferente porque no es un viaje de turismo. Diferente porque no me voy por unos días y vuelvo pronto. Diferente porque estamos rodeados de montón de personas que nunca jamás han venido a despedirnos al aeropuerto.

Los chicos hablan como cotorras con todo el mundo. Risas, carcajadas, manos que se entrecruzan, abrazos que parece no terminarán nunca. Yo miro todo desde el mostrador de Air France y me pregunto ¿Qué estamos haciendo?

Nos entregan las tarjetas de embarque. Cada una con el pasaporte correspondiente y los dos permisos para viajar de los dos chicos menores. El tiempo corre. Me acerco a mis amigas. Sus ojos están vidriosos y los míos también. Los augurios de buena suerte se repiten cada cinco minutos– ¡Escriban, no se olviden de nosotros, vuelvan pronto de visita! Frases hechas pero que en esta oportunidad me hablan de lo importante que somos todos para todos. Yo también siento lo mismo.Ya tengo ganas de despedirme. El corazón no termina de golpearme el centro del pecho. El nudo en la garganta ya me impide decir frases largas.

Necesito subir a migraciones. Es una sensación rara, nunca la he vivido antes. Me cuesta soltarlos, pero necesito hacerlo y cuánto me ayudaría que algo me impulsara a no dudar más.

En eso por el altavoz anuncian nuestro vuelo a París. Ya no hay vuelta atrás. Es como tener diez de dilatación y pretender evadir el parto. Ahora sí, los abrazos se vuelven realidad. -Un beso más! grita uno de los chicos, mientras otro se derrite en lágrimas. Aprieto los dientes para no hacer papelones. Agarro mis cosas y empiezo a caminar. Subimos todos por la escalera, mirando para abajo, mientras que el grupo se va alejando de nuestra vista agitando las manos de derecha a izquierda.

Sacan pañuelos. Algunos los usan para secar su emoción y otros para decir adiós. A mí ya se me terminaron las carilinas pero también las lágrimas. Ya no puedo llorar más. Me doy vuelta y salgo de la escalera mecánica y sin distraerme enfilo para migraciones.

La aventura empieza. Ya solté y no fue tan grave.

¿Te sentís identificada con algo de lo que cuento? ¿Te gustaría que conversemos?

CONTACTAME
Email
Facebook
LinkedIn
Instagram

Maria Berardi – 2020 | Todos los derechos reservados.